"... no ponen en marcha mecanismos vigorosos que garanticen un crecimiento de la excelencia educativa. ¡Si ni siquiera se habla de la excelencia, sino de paso, para agregarle un brillito a la frase! Nunca se trata con sinceridad, porque en el fondo se la considera una palabra políticamente incorrecta. La excelencia real está prohibida. Sí, prohibida. Porque exige esfuerzo, competencia y premia el mérito, tres ítems que hemos aprendido a detestar. La excelencia es políticamente incorrecta porque quiere uniformar para arriba, no para abajo. Y subir exige esfuerzo, rigor, metodología. Ya olvidamos que el esfuerzo, el rigor y la metodología son virtudes que nos disgustan. No calzan en un país que se la pasa eligiendo dirigentes que prometen regalos, derechos sin obligaciones y facilismos para todo.
Al facilismo educativo no sólo adhieren muchos estudiantes (perdonables por su inmadurez), sino padres y docentes. ¡Los acuso de ser malos padres y docentes! Malditos sean. Por su culpa los buenos alumnos tienen bloquedada la excelencia y nuestra patria está condenada al atraso. Por su culpa sufrimos una irrefutable caída cuyos frutos amargos son la pobreza y la anomia."
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