El que quiere, puede!!

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Explico para las visitas de qué se trata todo.
Siempre me gustó guardar, registrar, conservar. Así me veo hoy con una gran cantidad de material único y preciado. El blog me permite, por un lado guardarlo en lugar seguro y por otro compartirlo con otras personas.Lo reformo y completo constantemente, agrego secciones y me divierto mucho.
Les recomiendo visitar los enlaces de Mis Favoritos. Algunos son de mi creación también, como Películas, Glosario, Biblioteca, Libros que deseo.
Bienvenidos a mi lugar, vuelvan pronto.



25/9/07

Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato


“porque nadie siente tanto desdén por los pobres diablos, como los pobres diablos con uniforme.” (pág. 142)


“la única forma de mantener la paz entre los seres humanos era mediante la ignorancia recíproca y el desconocimiento, únicas condiciones en que estos bichos son relativamente bondadosos y justicieros, ya que todos somos bastante ecuánimes con relación a las cosas que no nos interesan” (pág. 273)


“había elaborado ya las siguientes posibilidades:
Dios no existe.
Dios existe y es un canalla.
Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos?¿en otras cosas?
Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.”


“Me considero un canalla y no tengo el menor respeto por mi persona. Soy un individuo que ha profundizado en su propia conciencia ¿y quién que ahonde en los pliegues de su conciencia puede respetarse? (pág. 307)


“Si se hiciera alinear todos los canallas que hay en el planeta ¡qué formidable ejército se vería, y qué muestrario inesperado! Desde niñitos de blancos delantales (“la pura inocencia de la niñez”) hasta correctos funcionarios municipales que, sin embargo, se llevan lápices a su casa. Ministros, gobernadores, médicos y abogados en su casi totalidad, los ya mencionados pobres viejitos, (en inmensas cantidades), las ya también mencionadas matronas que ahora dirigen sociedades de ayuda al leproso o al cardíaco (después de haber galopado sus buenas carreras en camas ajenas y de haber contribuido precisamente al incremento de las enfermedades del corazón), gerentes de grandes empresas, jovencitas de apariencia grácil, y ojos de gacela, embajadores con decorado, etc, etc. ¡“Canallas, march”! ¡Qué ejérrcito mi dios! ¡avancen, hijos de puta! Nada de pararse, ni de ponerse a lloriquear.
Hermoso y aleccionador espectáculo.
Cada uno de los soldados, al llegar al establo será alimentado por sus propias canalladas, convertidas en excremento real, no metafórico. Sin ninguna clase de consideración ni acomodo. Nada de que el hijito del señor ministro se le permita comer pan duro en lugar de su correspondiente caca. ¡No, señor: o se hacen las cosas como es debido, ó no vale la pena que se haga nada. Que coma su mierda. Y más, todavía: que coma TODA su mierda. Bueno fuera que admitiéramos que coma una cantidad simbólica. Nada de símbolos: cada uno ha de comer su exacta y total canallada. Es justo, se comprende: no se puede tratar a un infeliz que simplemente esperó con alegría la muerte de sus progenitores para recibir unos pesuchos en la misma forma que a uno de esos anabaptistas de Miniápolis, que aspiran al cielo explotando negros en Guatemala. ¡No, señor! “Justicia y más justicia”: a cada uno la mierda que le corresponda o nada. Y que conste que mi posición no solo es inexpugnable, sino desinteresada, ya que, como lo he reconocido, en mi condición de perfecto canalla, integraré las filas del ejército cacófago.
Y esto me hace pensar en la necesidad de inventar previamente algún sistema que permita detectar la canallería en personajes respetables y medirla con exactitud para descontarle a cada individuo la cantidad que merece que se le descuente. Una especia de canallómetro que indique con una aguja la cantidad de mierda producida por el señor X en su vida hasta este Juicio Final, la cantidad a deducir en concepto de sinceridad o de buena disposición, y la cantidad neta que deba tragar, una vez hechas las cuentas.
Y después de realizada la medición exacta en cada individuo, el inmenso ejército deberá ponerse en marcha hacia sus establos, donde cada uno consumirá su propia y exacta basura. Operación infinita, como se comprende (y ahí estaría la verdadera broma), porque al defecar, en virtud del principio de conservación de los excrementos, expulsaría la misma cantidad consumida. Cantidad que vuelta a ser colocada delante de sus hocicos, mediante un movimiento de inversión colectiva a una voz de orden militar, debería ser ingerido nuevamente. Y así, ad infinitum. (pág. 308)

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